A edades tempranas, el objetivo
fundamental de la educación es contribuir en el desarrollo integral del niño
atendiendo a todos los aspectos de su personalidad. Dentro de este desarrollo
destaca su formación como persona y ciudadano, resultando esencial por tanto
que aprenda a convivir y respetar el entorno en donde vive, siendo la mayor
garantía de ello, el recibir educación ambiental.
Podemos entender por tanto, que el fin de la educación ambiental ligada a
la etapa infantil, es la adquisición de conocimientos y habilidades para
comprender las relaciones que se establecen entre las personas y el medio
físico y social, y el desarrollo de valores de respeto al medio.
Así, si nos adentramos en la educación ambiental, podemos desgranar tres
aspectos básicos, como son:
1. Identificación de los elementos naturales del entorno, a través de la
observación, manipulación y experimentación.
2. Adquisición de los recursos para conservar el entorno, asumiendo
comportamientos para el cuidado del mismo.
3. Aplicación de valores y normas para el cuidado del medio.
Como es natural, estos tres aspectos, no son entes aislados, sino que deben
tratarse de forma globalizada a lo largo de todo el currículo educativo.
Las herramientas disponibles para llevar a
cabo la educación hacia la sostenibilidad ambiental, son de lo más variadas, y
en su mayoría con un componente lúdico importante, pues contamos con juegos,
cuentos, actividades creativas…Sin embargo, hoy queremos acercaros un recurso
muy habitual en las aulas de infantil, como son los rincones. Así pues, hoy
pretendemos animaros a la creación de un rincón de la naturaleza, donde los
niños puedan vivir nuevas experiencias y aprendizajes
relacionados con el cuidado y el respeto de su entorno.
En dicho rincón podemos abordar temáticas tan dispares como la fauna y
flora, el reciclaje, las energías renovables… con actividades tan simples como:
·
Traer al aula alguna mascota de casa.
·
Recoger las hojas secas.
·
Elaborar manualidades con residuos.
·
Hacer un mural con medidas para ahorrar energía.
Hemos de recordar que un niño que cuida de
una mascota o que apaga la luz, es un niño responsable, sensible a las
necesidades de su entorno y ahorrador, por lo que en vista de los beneficios de
la educación ambiental, merece la pena integrarla de forma globalizada en la
educación formal.
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