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Los cuentos en la educación ambiental

En ocasiones nos preguntan sobre la fiabilidad de los cuentos como herramienta de concienciación, en cuyo caso nos aferramos a un claro argumento a su favor. Tan solo nos limitamos a preguntarles si recuerdan quienes les han contado cuentos en su niñez. Si bien las respuestas son diversas, madres, padres, abuelos… todas tienen un nexo en común, la conexión emocional con esa persona. Y ese es precisamente el mejor aval para considerar a los cuentos como un elemento clave para la concienciación en materia medioambiental, pues es esa relación emotiva que guardas con la persona que te cuenta un cuento, la que de manera inconsciente te predispone a prestarle un mayor interés.
A lo largo de nuestra vida escucharemos una amplia variedad de mensajes instándonos a actuar de un modo u otro, pero que duda cabe, que aquellos que provienen de personas con las que guardamos un vínculo especial serán tenidos en mayor consideración.
Por sus características, de transmisión oral, ligado a la infancia, dinámico y grupal…el cuento es capaz de abrir un camino para exponer planteamientos a los que de otra manera seríamos reacios.
Ahondando en este planteamiento, ya desde un punto de vista psicológico, nos encontramos con dos factores clave. Por un lado, lo emocional, lo emotivo… compromete. Esto es algo que hemos visto en campañas de concienciación y sensibilización tan exitosas como las de seguridad vial. Por otro lado, hay que tener en cuenta, como funciona la mente humana, y como esta tiende a guardar los mensajes captados por sus conexiones con otros elementos, y como al reflotar uno de ellos, podemos recuperar al resto. Así, cabe preguntarse que tendrá una mayor perdurabilidad en la memoria de nuestro público objetivo, asociar el mensaje medioambiental dado, como por ejemplo ¨Apaga las luces¨ a un spot publicitario o a un cuento. En definitiva, asociarlo con la secuencia ANUNCIOS-PAUSA-PELÍCULA o con la secuencia DIVERSIÓN-FAMILIA-UNIÓN. Al ver el interruptor, la mente reflotará el mensaje ¨Apaga las luces¨ pero lo que verdaderamente te hará girarte para pulsar el interruptor serán los recuerdos vinculados de forma secuencial a dicho mensaje. En resumidas cuentas, la voluntad de actuar en conciencia, va a depender de pensar en una interrupción de una película, o en pensar en un mensaje familiar, divertido, que tiende a la unión y que te hace formar parte de un grupo. Un grupo que actúa y que está dispuesto a respetar el medioambiente, y en consecuencia apagar las luces y ahorrar energía.

Por todo ello, los cuentos son unas de las herramientas de mayor garantía, en cuanto a concienciación y sensibilización se refiere, pues son una vía abierta a la emotividad.

26 de Enero, Día Mundial de la Educación Ambiental

Una actividad tan importante como es la Educación Ambiental, no podía quedar huérfana de Día Mundial, el cual desde hace ya unos años se viene celebrando el 26 de Enero, con el objetivo de despertar en la población una conciencia que le permita identificarse con la problemática ambiental tanto a nivel mundial como a nivel local y promover una especial sensibilización con respecto al cuidado y protección del medio ambiente.
Pese a tratarse de un concepto aceptado y bastante extendido en nuestros días, es un término relativamente reciente, ya que la Educación Ambiental surgió, como algo formal, en 1972, con la Declaración de Estocolmo, en la cual se debatió por primera vez sobre la importancia de cuidar el Medio Ambiente, así como el empleo de estrategias y técnicas educativas que conlleven a la conservación de los recursos naturales.
La necesidad de este tipo de conceptos, propicio que su irrupción en el panorama internacional, fuese tan contundente, que tan solo 3 años después ya tenía celebración, teniendo su origen en 1975, año en que se realizó en Belgrado el “Seminario Internacional de Educación Ambiental”, donde expertos de más de 70 países debatieron la situación ambiental mundial en el marco de las Naciones Unidas. El fruto del análisis reflexivo de los expertos allí citados, fue la “Carta de Belgrado", documento que estableció la meta, objetivos, destinatarios y directrices básicas de la Educación Ambiental en el futuro.
A partir de ese momento, la Educación Ambiental pasaría a ser un concepto bien definido y que se refiere a conocer el entorno que nos rodea a través de una participación activa y responsable para buscar de manera continua el mejoramiento del ambiente. Siendo por tanto la mejor herramienta para abogar en las generaciones futuras por la protección de la naturaleza, el consumo responsable, el compromiso y la gestión ambiental de manera transversal, tanto en el currículo educativo como en la educación informal (películas, anuncios, ocio…) para a través de ellos llegar a toda la ciudadanía con la finalidad de que participe activamente en la gestión ambiental de su entorno.
Afortunadamente, contamos con un amplio elenco de actividades para conmemorar este día tan señalado, tales como charlas, talleres, congregaciones, marchas…Así que no lo dudes y participa en todas las que puedas.

¿Qué define a un buen cuenta-cuentos?

Un cuento, no es un libro en sí, sino que va mucho más allá, pues tan importante como su contenido es la forma en que se transmite. El cuento no se lee, sino que se vive, se escucha, se siente.
Resultando de ello, que una de las figuras claves para el éxito de este tipo de relatos, es la del narrador o cuenta-cuentos. Por ello, hoy hemos querido ahondar en qué cualidades debe poseer la persona encargada de narrar un cuento y cómo este debe ser contado.
Si bien otras modalidades literarias ven en la lectura un momento más intimo, de recogimiento, de reflexión, el cuento es todo lo contrario, ya que por definición es un evento grupal, debiendo ser mucho más que una rutina, debe ser un momento mágico. Y como tal, todo acto de magia, requiere de cierta espectacularidad, resultando esencial que el cuenta-cuentos saque a la luz, su lado más teatral, dejando a un lado la timidez y poniéndose al servicio de la imaginación de los oyentes.
El relato debe ser percibido como complicidad festiva, algo a lo que suele ayudar la cercanía del narrador y la actitud relajada y espontánea de este.
El cuento se vive con la palara, la voz, la mirada, las pausas, la interacción y la finalización…y todos y cada uno de esos aspectos son claves para contar con un buen narrador.
  • La palabra: la brevedad y sencillez es garantía de triunfo, de ahí la necesidad de optar por un lenguaje simple y claro, que resulte usual para los oyentes y que facilite la comprensión de la historia y evite el cansancio o aburrimiento. Los conceptos complejos o las palabras nuevas deben ser subrayadas, dedicándoles un breve espacio de tiempo a explicarlas y buscando motivaciones que sirvan de acceso a estos conceptos complejos. Así pues, el narrador debe entregarse al relato, optando por imágenes sencillas, palabras adecuadas, frases cortas, estribillos…evitando descripciones largas y primando los diálogos.
  • La voz: no por hablar más alto, se capta una mayor atención, sino más bien lo contrario, pues el cuenta-cuentos deberá tratar de que su voz sea fácil de oír y agradable de escuchar, hablando con tranquilidad, sin turbarse, pronunciando y vocalizando correctamente. Es importante dejarse llevar por la fuerza del relato y contarlo con sencillez, emotividad y alegría, haciendo uso de la entonación como medio para enfatizar los momentos claves de la historia.
  • La mirada: tal y como ya hemos comentado, el cuento no se lee, sino que al narrarlo, se permite que las miradas del cuenta-cuentos se focalicen en los oyentes, no solo para captar la atención de estos, sino que también para conocer el grado de aceptación que está teniendo.
  • Las pausas: como elemento educativo, debe darse tiempo para la asimilación de conceptos, por lo que un buen narrador, debe saber escoger aquellos momentos de pausa para la reflexión interior de los oyentes.
  • La interacción: repetir frases, preguntar que esperan que suceda a continuación… en definitiva dialogar, es una buena forma de mantener la atención y la participación de todo el grupo, favoreciendo que todos deseen aportar su granito de arena no solo al relato, sino que también a la resolución del conflicto que plantea el cuento.
  • La finalización: es importante acabar con un ritmo más bajo al habitual, con frases alegres y positivas, incidiendo en que todo problema planteado ha sido corregido y que por ello, una buena actuación siempre conlleva felicidad.
Estas son solo unas pequeñas pautas de lo que debe ser un cuenta-cuentos, ya que lógicamente cada narrador aporta su esencia a los relatos, y cada uno se decanta por un estilo u otro, pese a lo cual, podemos concluir que estos 6 aspectos son esenciales para un buen relato, educativo y divertido.

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