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El origen de los contenedores

La naturaleza es muy sabia, por eso no es de extrañar que encontremos en ella la inspiración necesaria para explicar a los más pequeños el por qué del color, de la forma o de la utilidad de los contenedores. Así pues, desde Ciconia nos alegramos de poder descubriros a los verdaderos inventores de los contenedores.

MARTITA Y LA ISLA MISTERIOSA.

Hace mucho, mucho tiempo, cuando en las ciudades no había contenedores, vivía una niña a la que lo que más le gustaba en el mundo, mucho más que las piruletas de fresa, era jugar en la calle con sus amigos.

Martita era una niña muy alegre, y hoy estaba especialmente contenta, era viernes y cuando saliera del cole había quedado con todos sus amigos para ir al parque a jugar, así que, como todos los días, se levantó corriendo de la cama y al asomarse a la ventana de su habitación, descubrió algo horroroso. Todas las calles estaban llenas de basura. Allá donde mirara, encontraba botellas de plástico, bolsas, pañales, restos de comida… 

Martita, se vistió y desayunó como un rayo. Cogió su mochila y se fue al cole, pero mirara donde mirara, encontraba basura tirada. Con tanta basura nadie podría jugar, pues ni tan siquiera podían colorear porque tenían que taparse la nariz, y mucho menos hablar, porque al abrir la boca, el mal olor se les metía dentro.
Cuando llegó al Cole, Martita juntó a todos sus amigos e idearon un plan. Entre todos decidieron ir a hablar con el abuelo de Pepa, el cual había sido un gran explorador y había viajado muchísimo.

Cuando lo encontraron, Pepa le comentó.
  • Abuelo, las calles están llenas de basura, y hemos pensado que sería estupendo tener un contenedor para tirarla toda, pero no sabemos que echar y cómo pueden ser. Seguro que tú, que has viajado tanto, tienes alguna idea.
  • Chicos, es cierto, he viajado muchísimo, sin embargo esto de los contenedores es algo nuevo para mí y no sé cómo pueden ser, les dijo el Abuelo. Sin embargo, me encantan los misterios y para éste creo que podríamos preguntarle a la naturaleza, ella es muy sabia, y seguro que si la escuchamos con atención, nos dará la solución.
Yo conozco una Isla donde podríamos preguntarle a los animales, pero… sin embargo, para hablar con los animales, hay que poner una voz muy suave para que no se asusten. Y mi voz es muy muy fuerte, así que tendréis que ir en busca de los animales vosotros.
Chicos yo puedo enseñaros los trucos de explorador y ayudaros a preparar la mochila, pero ¿estáis preparados para viajar hasta la Isla Misteriosa?
  • ¡¡¡Siiii!!!! Gritaron todos.
  • Estupendo, dijo el abuelo de Pepa, y a continuación comenzó con la preparación para exploradores:
A ver, vamos a hacer algunos ejercicios para calentar.
Para ser un buen explorador tenéis que hacer ejercicios con la nariz, y ahora con la lengua, y lo más importante de todo… tenéis que calentar los meñiques, muy bien ya estáis preparados y ahora… Vamos a preparar la mochila… ¿Veamos qué podemos echar?
  • Podemos meter una linterna, dijo rápidamente Martita. A mí me da miedo la oscuridad.
  • Una lupa, dijo su mejor amiga, Pepa. Así podremos seguir las huellas de los animales.
  • Una brújula, gritó, Angel. Así no nos perderemos.
  • Pues entonces ¿también un mapa no?, dijo Eva, la listilla del grupo.
Bien exploradores, con eso y un poco de magia, ya tenemos lo necesario para irnos a la Isla Misteriosa.
Como la Isla está un poquito lejos, lo mejor será iniciar este viaje en barco. Rápido, subid al barco, con cuidado de no mojaros los zapatos. Y… preparados para zarpar, levad anclas, desplegad las velas.
Martita y sus amigos, iniciaron su viaje rumbo a la Isla, pero cuando fueron a consultar el mapa, de repente llegó una gran ráfaga de viento. Y…
  • ¡OHHH! el mapa se ha ido volando y se ha caído al agua, dijo Angel.
Todos los niños corrieron al borde del barco a intentar pescar el mapa. De repente, el mapa se acercaba al barco dando saltos, pues se había quedado pegado a la cara de un delfín.
El Sr. Delfín, se puso junto al barco, se quito el mapa de la cara con su aleta, y pregunto si aquel papel era nuestro.
  • Gracias Sr. delfín, menos mal que lo has podido coger, porque tenemos que llegar a la selva para preguntarles a los animales como podemos hacer los contenedores, dijo Martita.

Sin embargo el Sr Delfín, casi no escuchaba las palabras de la niña de lo triste que estaba.
  • Sr. Delfín ¿qué le pasa?, le preguntó Martita, los delfines siempre tienen una gran sonrisa, y tú estás tan triste.
  • Sí, estoy triste porque el viento siempre se lleva volando los papeles y los cartones, y caen al mar, y justo cuando voy a leerlos, la tinta se borra y siempre me quedo con la duda de saber que ponía. Además está todo muy sucio y ya casi no puedo salir a respirar sin que se me quede un papel pegado a la cara.

Bueno… igual, podrías ayudarnos, y decirnos ¿cómo sería tu contenedor favorito y qué echarías en él?
El Sr. Delfín se puso tan contento de poder ayudar, que dando saltos de alegría respondió:
  • Si yo tuviera que construir un contenedor, lo haría para echar los papeles y los cartones, y como mi color favorito es el del mar, lo pintaría de azul.
  • Estupendo, Sr. Delfín, eso ha sido una gran idea, y para que todos sepan que es idea tuya, la entrada para los papeles será tan grande como la sonrisa de un delfín.
Eso me haría muy feliz, dijo el delfín, y como señal de agradecimiento, os guiaré hasta la Isla.
Y así fue como los pequeños aventureros llegaron a la Isla, pero… nada más desembarcar, empezaron a sentir unos pequeños temblores, ¿será un terremoto?, o… ¿un elefante que está aprendiendo a bailar?, se preguntaron.
  • Tranquilos, dijo Eva, es solo un topo, que está saliendo de su túnel.

Y de repente, de la tierra salió un topo con unas enormes gafas. Y una vez fuera, se tomo un yogurt para reponer fuerzas.
  • Sr topo, dijo Eva, ¿podrías ayudarnos?
  • Claro, ¿qué necesitáis?
  • ¿Podrías decirnos como sería tu contenedor favorito y que echarías en él? Le dijo rápidamente Eva.
  • Umm, como paso mucho tiempo bajo tierra, uso muchos envases para que no se me estropee la comida, por lo que tiro toda una gran variedad de latas, brick, botellas de plástico… así que me encantaría tener un contenedor para echar todas esas cosas.
  • Y de qué color lo pintarías? preguntó Eva.
  • Pues… como lo que más me gusta en el mundo es salir de mi túnel y ver el sol, yo lo pintaría de amarillo. Pero eso sí, os pediría un favor, con estas enormes gafas, lo veo todo doble, así que ponerle dos agujeros para que así siempre acierte al tirar la basura.
  • Muchas gracias, Sr topo, así lo haremos.
Los chicos, agradecidos, se despidieron del Sr. Topo y siguieron explorando la Isla en busca de los demás contenedores.
Los exploradores comenzaron a caminar por la Isla, en busca de otros animales a los que preguntar, hasta que llegaron a una enorme cueva, de la que salió una Osa.
  • Buenas tardes Sra. Osa, estamos hablando con los animales de la selva y nos gustaría que nos ayudaras, le dijo Angel.
  • Estoy ahora mismo muy ocupada, pronto llegará la hora de merendar y todavía no he salido a buscar mi alimento. Si compartís vuestra comida conmigo, podría ayudaros.
  • Claro señora osa, aquí tiene una manzana, le dijo Pepa, y un plátano, le dijo Angel y… una tajada de sandía, le ofreció Martita.
  • Gracias chicos, a ver, contadme…
  • Verás ¿Podrías decirnos como sería tu contenedor favorito y que echarías en él?
  • Ummm, a los osos nos encanta comer, y siempre nos están sobrando restos de comida, así que podríamos tener para los restos, un contenedor gris, como una cueva.
De repente, se escucho…
  • Nooo, no le hagáis caso. Era la voz de un murciélago.
  • Que vas a saber tú, si siempre estás cabeza abajo, dijo la Sra. Osa.
  • Y el murciélago contesto, tú siempre tiras los restos de comida en la cueva, y se escapan los malos olores, por eso a veces me mareo y me quedo boca abajo. Y entonces el murciélago abrió sus alas y tapo la entrada de la cueva.
Angel tuvo una idea y les comentó, ¿qué os parece si hacemos un contenedor gris como una cueva, y le ponemos una tapa, como si fuera un ala de murciélago? así tendréis un lugar donde tirar los restos de comida y no se escaparan los malos olores.
  • Claro… gritaron los demás, que buena idea.
  • Gracias Sra. Osa, gracias señor murciélago, con esto ya tenemos todo lo que necesitamos.
Todos se despidieron y decidieron volver a casa, porque ya tenían todos los contenedores que buscaban.
Pero… de repente… Pepa escuchó como un murmullo, callad, les dijo a todos… y prestaron mucha atención y se escuchó una voz a lo lejos que los llamaba…
  • Esperadmeeee, esperadmeeee, era una tortuga que venía a toda prisa. (Tan aprisa como puede correr una tortuga, claro)
  • Y casi sin aliento les comentó. Me he enterado, que estáis preguntando cómo hacer los contendores, y yo tengo muchas ideas, esperad que saque mi botella y me refresque un poco, que de tanto correr, estoy sedienta.
  • Sí, respondieron rápidamente todos los niños, pero ya llegas tarde, tenemos todos los contenedores que conocemos… Aunque… Sra. tortuga, esa botella es muy rara, es así como… dura y suena ¡clin! ¡clin!. Le preguntó Eva, la listilla del grupo.
  • Claro, como yo soy muy tranquila y me muevo muy despacio puedo coger botellas de vidrio, que son las duras que hacen clin. Pero cuando me las bebo, no sé qué hacer con ellas, así que me gustaría un contenedor para echarlas, que fuera verde como yo, y redondo como mi caparazón, con un agujero arriba del todo. 
  • Si… esas botellas las conocemos, son para agua o zumo, y también hay tarros de vidrio para meter la mermelada dijo Eva, o para los pepinillos, dijo Pepa y todos pusieron una cara rara… 
  • Gracias Sra. Tortuga, menos mal que nos lo has recordado. Ahora sí, que nos vamos con nuestro objetivo cumplido, le dijo Pepa. 
  • Tenemos 4 contenedores con cuatro colores, ¿quieres que los recordemos?, así entre todos podemos pensar si nos falta alguno más. 
  • Podemos hacerlo cantando, sugirió Martita. 
  • Claro, dijeron todos.

Contenedor azul: Azulito, azulito que se come el papelito, si, si, si y también el cartoncito.
Contenedor amarillo: Amarillo, amarillo que se come el plastiquillo, si, si, si y las latas y los bricks
Contenedor gris: Gris, gris, gris y los restos de comida para mi, mi, mi.
Contenedor verde: Redondo y verde claro, el vidrio me lo trago, si, si, si pero la tapa no es para mi.

Estupendo, niños, ya tenéis contenedores para todo.
  • Si, gracias a la sabiduría de la naturaleza hemos podido encontrar la solución. Ojalá pudiéramos volver a toda prisa para empezar a separar la basura, dijo Martita. Lástima que nuestro barco sea tan lento.
  • No os preocupéis, le dijo la Tortuga, yo tengo un gran globo que nos dejo un explorador hace muchísimos años cuando vino a visitarnos, ¿queréis que os lo preste?
  • Claro Señora tortuga, le dijo Martita.
  • Pues entonces… venid conmigo. Ahí lo tenéis, ahora solo tenéis que abrirlo y soplad y soplad.
Rápido tirad de las cuerdas para que el globo no salga volando y así poder cargar todos los contenedores en la cesta, que es hora de volver a casa y limpiar toda la basura que hay por las calles.
  • Bien, ya podremos salir a la calle a jugar de nuevo. Gritaron todos.
Y así, es como fue, que los contenedores de colores llegaron a nuestras calles. Y recordad que para que todos los animales estén felices, es muy importante separar para poder reciclar.

Y colorín colorado este residuo lo hemos reciclado.
Autores:
  • Cuento: Ivan Lobato Gago

  • Canciones: Irene Nogales López

Los cofres del reciclaje

Si tienes la osadía de querer un mundo sin residuos, embárcate en esta aventura que te proponemos desde Ciconia para hacer de los míticos cofres del tesoro pirata algo aún mucho más valioso.

El pirata Salvatore.

Hace muchos, muchos años, vivía un pirata llamado Salvatore, a quien le encantaba navegar por el río Guadalquivir, y siempre iba de un lado para el otro en busca de aventuras. Un buen día, justo cuando salió del puerto de Sevilla, se encontró con un montón de baches.
Qué raro, pensó Salvatore. ¿Será que hay hipopótamos en el rio?, entonces el pirata corrió rápidamente a ver qué estaba pasando, y se asomó por la barandilla del barco, y… no daba crédito a lo que veían sus ojos, todo el río estaba lleno de bolsas de basura y no le dejaban seguir su camino.
El pirata Salvatore se enfadó muchísimo y no tuvo más remedio que ir a la ciudad de Sevilla a buscar a los niños para saber por qué una ciudad tan bonita, estaba llena de tanta basura.
Cuando llegó, el pirata encontró a todos los niños de la ciudad sentados en una plaza, estaban muy tristes porque su ciudad estaba llena de basura y no podían jugar. Se acercó y les pregunto.
-          Hola niños, ¿porqué esta tan sucia vuestra ciudad?
Los niños, se sorprendieron muchísimo al ver a un pirata de verdad, y pronto le respondieron no fuera a ser que se enfadara y se los llevara a todos en el barco. Así que los niños le dijeron…
-          Pirata Salvatore, nuestra ciudad está tan sucia porque no tenemos donde tirar la basura…
El Pirata los miró asombradísimo y les pregunto…
-          ¿Cómo? Acaso no tenéis contenedores?
-          Contene… ¿qué?, preguntaron todos.
-          Contenedores volvió a repetir Salvatore. Son como unos cubos de colores donde poder depositar la basura. ¿Acaso nunca los habéis visto?
-          ¡Nooooo!, respondieron a la vez todos los niños.
-          Bueno no os preocupéis, como soy un gran Pirata, conozco muchísimas islas y ciudades, y sé de una, donde podemos ir a buscar los contenedores de colores.
-          Bien!!!!, los niños se pusieron tan contentos, que de repente todos comenzaron a cantar “Pirata Salvatore, tráenos contenedores”.

Al oír lo que aquellos niños cantaban, el pirata dijo:
         Muy bien, os ayudare, pero tendréis que venir conmigo, ¿Queréis?
         Siiii, respondieron.
         De acuerdo, dijo Salvatore, pero, para llegar a la isla de los cofres de colores, necesito a más piratas. ¿Vosotros sois buenos piratas?.
         Siiiiii, gritaron los niños
         Bien, bien, entonces comenzare con las pruebas.
-          Para ser un buen pirata hay que saber ponerse un parche, ¿sabéis?
-          Para ser un buen pirata hay que saber subir las velas, ¿sabéis tirar de las cuerdas?.
-          Para ser un buen pirata hay que saber gritar “Tierra a la vista”.

A todo lo que les iba diciendo Salvatore los niños respondían rápidamente que sí y aprendían cómo ser un buen pirata.
-          Ohhh veo que sois buenísimos piratas, dijo Salvatore. Acompañadme todos al barco e iniciemos este gran viaje.
Los niños subieron uno a uno al barco, se colocaron los chalecos salvavidas y se dispusieron a salir rumbo a la isla de los contenedores, y para sortear las basuras les pidieron a los señores delfines que les ayudaran, así, mientras los delfines iban retirando las bolsas de basura hacia un lado, el barco del pirata pudo salir a mar abierto hacia la isla de los cofres de colores.
-          Los niños iban navegando, cuando el pirata Salvatore grito- ¡cuidado, una tormenta!
Los niños se agarraron de las manos, mientras el viento soplaba para un lado, y luego para el otro, hasta que por fin llego la calma.
-          Entonces, Salvatore cogió su mapa, y dijo ¡cuidado que viene una curva! Y luego otra, y otra y una cascada enorme.
-          Y tras la cascada, uno de los niños dijo, Ohhh ¿qué es aquello que se ve a lo lejos?, ¿será la isla de los cofres de colores?.
-          Rápido dijo Salvatore, gritemos todos, ¡Tierra a la vistaaaa!

En cuanto llegaron a tierra, todos desembarcaron, pero… lo único que veían eran loros cantarines y monos juguetones, así que uno de los niños le dijo al pirata.
-          Capitán, en esta isla no hay cofres del tesoro.
-          Y el pirata le respondió, no, en esta isla hay algo muchísimo mejor, hay cofres de color verde, azul y amarillo. ¿Y sabéis que es lo que vamos a hacer con ellos?. Los vamos a llevar a Sevilla, y cuando todos estén llenos, usaremos la basura para hacer cosas maravillosas.
Los niños quedaron asombrados, no sabían que con la basura se pudiera hacer algo, así que le dijeron al Pirata.
-          Pirata Salvatore, cuéntanos más sobre qué podemos hacer con la basura.
-          Pues, por ejemplo con las botellas de plástico haremos toboganes para los parques, con las latas de refresco haremos bicicletas, con libros viejos haremos otros nuevos, y por supuesto con las botellas de vidrio podremos hacer miles de botellas más, y así hasta tener todas aquellas cosas que nos encantan.
-          Pero para eso, todo el mundo tiene que saber que vamos a echar en cada contenedor ¿no?, preguntó un niño
-          Entonces el Pirata Salvatore se puso muy serio y dijo. Claro, eso es importantísimo, así que concentraos bien piratas, y que a nadie se le olvide lo que voy a decir. Al cofre azul, los papeles y los cartones. Al amarillo, los envases de plástico, las latas y los bricks, y al cofre verde los envases de vidrio.
Los niños y el pirata llegaron entonces a un lugar maravilloso, allí había muchos contenedores de colores, entonces el pirata Salvatore les dijo,
-          Ya hemos llegado, así que pequeños piratas, mostradme como estáis de fuertes…
-          Todos los niños pusieron caras de estar muy, pero que muy fuertes.
-          ohhh sois fuertísimos. Dijo Salvatore, cojamos todos los contenedores y corramos al barco que una fiesta nos espera en Sevilla.  

Los piratas hicieron el viaje de vuelta muy contentos, mientras los peces daban saltitos alrededor del barco para darles las gracias por ayudar a limpiar el río.

Cuando llegaron, pusieron repartidos todos los cofres de colores por la ciudad de Sevilla y comenzaron la fiesta del reciclaje. 
-          Pequeños piratas ¿en Sevilla hay cofres de colores para tirar la basura?.
-          Siiii…
-          Claro porque los trajo el pirata Salvatore.


Y colorín colorado, los contenedores de colores se han utilizado.

Autor: Iván Lobato Gago



La aventura del reciclaje

Reciclar es toda una aventura en sí misma, llena de descubrimientos mágicos y que podemos vivir con los más pequeños en forma de cuento. En esta ocasión, desde Ciconia hemos querido hacer partícipes a los niños en esta búsqueda de soluciones al problema de los residuos, introduciéndolos como parte activa de las aventuras del Mago Palacios.

Las aventuras del Mago Palacios.

Había una vez un pueblo que estaba todo lleno de basura. Por las calles había botellas de plástico, bolsas de basura, pañales usados… Olía tan mal que los niños tenían que salir a la calle con las dos manos en la nariz, y claro, así no podían montar en bicicleta, no podían hacer dibujos, no podían votar la pelota. Así que un día, cansados de no poder jugar, los niños del pueblo fueron a buscar al Mago Palacios, famoso por su gran sabiduría y por vivir en un palacio hecho de cajas de cartón.
Cuando llegaron, los niños le preguntaron que qué podían hacer para vivir en un pueblo más limpio, y él les contó que había una cueva con dinosaurios donde había contenedores de colores, y que si eran capaces de traerlos podrían echar la basura en ellos y así todo estaría limpio. Pero que para ello, tendrían que ser muy valientes y grandes aventureros. Y para ser aventurero hay que saber leer un mapa, ¿vosotros sabéis? Hay que saber encender una linterna ¿sabéis? Y hay que saber escalar una montaña ¿sabéis?
Como veo que sois grandes aventureros, creo que es hora de emprender el largo viaje, pongámonos las botas de montaña, la mochila y arranquemos las motos. Rummm rummm, ¡cuidado una curva, y otra y otraaaa! y ¡un bache!
Ya veo la montaña de la cueva, pero antes hay que cruzar un río. Rápido, todo el mundo remando. ¡Todo el mundo cogido de la mano, que sopla el viento! Al fin lo hemos cruzado, suerte que nadie ha salido volando con el fuerte viento que soplaba. Ya solo nos queda un paso más, la escalada a la montaña gigante. ¿Estáis preparados para escalar la montaña? Siii, pues adelante.
Bien aventureros, hemos llegado a la cueva, encendamos la linterna para entrar, pero acordaros que es la cueva de un dinosaurio, y si entramos sin llamar, se puede asustar. Siempre que llegamos a un lugar hay que saludar. Tendremos que dar un rugido para que sepa que estamos aquí, Grrrr. Sr. Dinosaurio hemos venido del pueblo de ….. a pedirle los contenedores para que podamos tener nuestro pueblo limpio. Y el Sr. Dinosaurio, les dijo que eso era muy buena idea, que sin duda alguna los ayudaría. Así que salió corriendo y con su enorme boca cogió el contenedor azul, que es el de papel y cartón, y como el papel y cartón pesa muy poco, el dinosaurio lo bajo de la montaña rápidamente. Luego volvió y cogió el contenedor amarillo, que se usa para las botellas de plástico, las latas y los bricks, y como en él se echan muchas cosas, pesaba muchísimo, por lo que el dinosaurio lo bajo haciendo mucha fuerza. Cuando regreso, se fue corriendo a por el contenedor verde clarito, el contenedor del vidrio, y como las botellas de vidrio se rompen como mucha facilidad, el dinosaurio lo bajo con mucho cuidado. Y por último, cuando estaba a punto de coger el último contenedor. ¿Sabéis que paso? Que un niño muy malo que vivía en la montaña, se había olvidado de cerrar la tapa, y como el contendor gris es el contenedor de restos de comida, si dejamos la tapa abierta huele un poquito mal. Así que el dinosaurio se puso la patita en la nariz y bajo el contendor a toda velocidad para dejar el mal olor atrás.
Una vez que ya teníamos los 4 contenedores, llego el momento de despedirnos del Sr. Dinosaurio y regresar a nuestro pueblo. Volvamos en Globo. A prisa, todo el mundo soplando para hincharlo, amarremos los contenedores y ¡subamos! Ya veo el pueblo de … Vamos a dejar los contenedores azules de papel y cartón, por aquí, los amarillos de envases de plástico, latas y bricks, por aquí, el verde clarito del vidrio, por aquí y el gris de comida, por aquí. Y todos los niños del pueblo comenzaron a tirar la basura en los contenedores, dejándolo todo super limpio. Hasta que de pronto, apareció el Mago Palacios, llamó a los niños y les dijo que como habían reciclado, les tenía preparado un regalo muy especial. Busco un contenedor amarillo, y las latas las convirtió en bicicletas ¿os gustan las bicicletas? Si, pues hay que decirles a papa y a mama, que echen muchas latas en el contenedor amarillo, para que podamos hacer más bicicletas. El mago corrió, al contenedor azul y empezó a sacar cuadernos para colorear ¿os gusta colorear? Si, pues hay que decirle a papa y a mama, que echen papel en el contenedor azul, para que podamos hacer cuadernos de colorear. Y ¿os gustan los balones? Si, pues vamos al amarillo, que si papa y mama echan muchas botellas de plástico podremos hacer balones y camisetas de equipos de fútbol.

Y así, es como fue, que el pueblo de … se convirtió no solo en uno de los pueblos más limpios, sino también en uno de los más divertidos, porque  aprendieron a hacer cosas guay con la basura. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Autor: Iván Lobato Gago

Zulito, el contenedor azul

Quizás por ser uno de los contenedores selectivos que más tiempo nos ha acompañado, tiene un lugar especial en nuestros corazones, por lo que hemos querido dedicarle un cuento para él sólo.

ZULITO, el contenedor de papel.

Erase una vez, un contenedor llamado Zulito que vivía en la puerta de un colegio y un día dos niños que pasaban por su lado, le dijeron ¡zulito, por qué estas tan triste! Y Zulito les contestó, estoy muy triste porque todos los días veo como todos los niños van al cole y como yo soy muy grande, no puedo entrar por la puerta y nunca aprenderé las letras, los colores… Así que los niños se quedaron pensando y dijeron Zulito tú no te preocupes, que nosotros vamos a ir al cole y las fichas que nos den para aprender, cuando ya nos las sepamos muy bien, te las vamos a traer y así podrás aprender tu también. Así que los dos niños se fueron al cole cantando ¡A Zulito los papelitos! ¡A Zulito los papelitos!
Y todos los días le traían fichas de letras, de colores, de números… y Zulito se puso muy muy contento, tanto que se puso a bailar. ¿Sabéis como baila un contenedor? Todo el mundo bailando como un contenedor.

Pero ¿sabéis que pasó un día? Que un niño quería tirar un pañuelito en Zulito, y Zulito corría, y gritaba ¡que nooo, que ese papel está manchado y ya no lo puedo leer. Acordaros, los papeles manchados no se pueden echar en los contenedores Azules, tenemos que echar los libros, los cuadernos, las cajas para que Zulito guarde todas sus fichas y así aprenda mucho mucho, y nos enseñe a hacer cosas divertidas, como bicicletas con latas de refresco, toboganes con botellas de plástico… Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

Autor: Iván Lobato Gago

Cuento sobre las 3 R

Las 3 R son el mejor referente para enfrentarse a los problemas propios de los residuos, por lo que resulta esencial aprender su significado desde niños. De ahí, que desde Ciconia demos tanta importancia a difundir su mensaje de forma adaptada a niños, apoyándonos en cuentos musicales para ello.

EL GIGANTE CLEMENTÍN 

Hace mucho, mucho, muchísimo tiempo, ¡ayer por la tarde!, cuando los gigantes y los niños jugaban juntos en las plazas de los pueblos, ocurrió algo muy extraño… 
Un buen día unos niños que paseaban, se encontraron a CLEMENTÍN el gigante bailarín, sentado junto a un contenedor, calladito, quietecito y con una cara muy triste, cuando los niños se acercaron para jugar con él, se dieron cuenta que estaba llorando, entonces le preguntaron: 
  • Clementín ¿por qué lloras, qué te ha pasado?
  • Y el gigante les contestó: mi mamá todos los días me da una bolsa de basura para que la tire en el contenedor, pero… como somos una familia de gigantes, generamos una bolsa de basura tan grande como un camión, y claro, no cabe en el contenedor, tengo que dejarla fuera y todos se enfadan conmigo.
Los niños se miraron, y comenzaron a hablar entre sí muy bajito y pronto le dijeron a Clementín: 
  • No te preocupes, no estés triste que nosotros podemos ayudarte. En nuestro pueblo viven tres sabios, los reconocerás por sus gafas y largo pelo blanco. Para encontrarlos tendrás que tomar la primera vereda al salir del pueblo y dirigirte hasta la montaña del fondo. Pero, para que te ayuden tendrás que ir cantando “Erre que erre, me encantan las 3 r”, pronto llegaras a su casa y si les llevas tu bolsa de basura, ellos te darán la solución.
  • Gracias chicos, eso haré… dijo Clementín. Se limpio las lágrimas y salió corriendo cantando “erre que erre, me encantan las 3 r” 
Y así, cantando, llegó hasta la casa del primer sabio… Clementín, llamo a la puerta, toc, toc, toc y salió un hombre con gafas y una larga melena blanca, ¿será el sabio? Pensó… Y Clementín, de forma atropellada, le contó lo que le pasaba, a lo que el sabio le dijo: 
  • No te preocupes Clementín, yo soy el sabio ENRICO y para mí todo está muy rico, por eso nunca nada de comida tiro. A ver, a ver,  déjame que vea tu bolsa, ¡umm!, un bocadillo a medio terminar y un vasito de yogurt por la mitad. Clementín si menos basuras quieres tirar, solo lo necesario has de usar, termina tu comida y si no tienes ganas de verdad, no se lo pidas a mama y a papa. Y con esto que te acabo de decir, ya sabes Reducir. 

De pronto la bolsa de Clementín se hizo un poco más pequeña, y él se puso tan contento que decidió seguir con su visita a los sabios, así que, muy agradecido se despidió de Enrico… y siguió cantando “Erre que erre, me encantan las 3 r”, hasta llegar a la puerta del siguiente sabio… “Toc, toc, toc”, llamó Clementín a la puerta y salió una mujer con una melena larga, larga, larga y blanca, blanca, blanca… 
  • Buenos días Señora sabia, dijo clementín. ¿Me podrías ayudar para hacer más pequeña mi bolsa de basura? 
  • Entonces la sabia le contestó… Hola Clementín, soy la sabia ITZAR y me encanta Reutilizar. Veamos que llevas ahí…. Umm una botella de plástico, llénala de agua y ya basura no será, y… ¡ohhh! una hoja de papel, dale la vuelta, pinta por detrás y así ya no la tendrás que tirar. 
Y justo cuando el gigante iba a decir Reutilizar, su bolsa encogió otro poquito más… 

Que feliz que se puso Clementín, gracias Itzar, me voy a visitar al tercer sabio… le dijo, y se fue cantando… “Erre que erre, me encantan las 3 r”
Así llegó a la última casa, y como le habían contado que este sabio solo habla con niños que ponen una cara muy rara. Así que, antes de llamar, puso una cara muy rara. y.. toc,Toc Toc, llamó clementín. 
  • Buenos días, señor sabio, ¿me podría ayudar?. 
  • Ohhh, dijo el sabio, ante la cara rara de Clementín. Por supuesto, yo soy el sabio CLAR, y me encanta Reciclar y lo primero que tendrás que aprender, será a Separar. Así, en lugar de una bolsa grande, ahora cuatro pequeñas usaras, una para papel y cartón, otra para vidrio, otra para envases de plásticos, bricks y latas y otra para restos de comida. 
Y de pronto, la gran bolsa del gigante se transformo en cuatro bolsas pequeñas, y el sabio le dijo, ya lo sabes Clementín, nunca te olvides de las tres r…  

REDUCIR, REUTILIZAR Y RECICLAR

Y… así solo bolsitas pequeñas tendrás que sacar… Clementín quedó tan contento, que hizo lo que más le gustaba… bailar, y cantar y así se fue hasta su casa para contarle a sus padres lo aprendido. 


Y colorín, colorado, este problema Clementín ha solucionado.


Autor: Iván Lobato Gago

Cuentos para entender el circulo de Mobius

Pese a tratarse de un símbolo que encontramos por todas partes, resulta complicado explicarles a los más pequeños porque el círculo de Mobius es un emblema para el reciclaje. Por este motivo, desde Ciconia no queremos dejar pasar la oportunidad de aportar nuestro granito de arena con un cuento sobre este tema.

Lipa, el indio del reciclaje.

Hace mucho, muchos años llego a la ciudad de Sevilla Lipa, un pequeño indio que amaba la naturaleza. A él le encantaba viajar de una ciudad a otra y disfrutar de sus paisajes y sus gentes.
Pero... cuando entró en la ciudad, se enfado muchísimo porque todo el mundo tiraba la basura en el mismo contenedor y nadie separaba.
Lipa se puso muy serio y pensó, tirar toda la basura al mismo contenedor está muy mal, así que tendré que hacer algo. Salió corriendo camino de casa de su amiga Sam, una abeja a la que le encantaba la miel, y juntos decidieron el siguiente plan. 

Todos los días Lipa y Sam esperarían a los niños en los contendores y les enseñarían a reciclar, guardando una flecha de aguijón de abeja, para aquellos niños que no quisieran hacerlo. 
¿Y sabéis que es lo que paso?, que cuando todos los niños que visitaban los contenedores sabían reciclar, ya no eran necesarias las flechas, y Lipa y Sam las doblaban y las dejaban en su contenedor, por eso cuando veáis algo que está hecho de material reciclado, veréis tres flechas dobladas como estas...

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Autor: Iván Lobato Gago

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